Mensaje de bienvenida

Si os gusta algo de lo que escribo o discrepais, no dudeis en comentalo, siempre y cuando sean criticas constructivas, educadas y respetuosas. Desde antes de que empeceis a leer os informo de que soy un joven guitarrista, de religión católica, y que ninguna de esas dos cosas son discutibles ni criticables dentro de mi blog.
Muchas gracias y que lo dsifruteis.

sábado, 26 de mayo de 2012

Y, al fin hoy, está sobre mi

Era el momento, todo a punto. Mis amigos estaban todos allí, todos, venidos de cerca y lejos, algunos perdiéndose por el camino, pero, allí.
Se acercó Fernando, me estrechó la mano con fuerza y me dijo: "tranquilo, disfruta, es tu momento". Pronto empezó a sonar música, se distinguía perfectamente el ritmo impuesto por Chipi, el impresionante punteo de David a ultravelocidad, y todas y cada una de las voces de Rosa, Silvia, Nuria, las gemelas, las dos Marías, Almudena... todos allí como tantas veces, como siempre, tan igual, tan distinto en esta ocasión.
 Nervioso, vi andar al de delante, y lo seguí. Llegué a mi sitio, justo al lado del coro, de mi coro, pude comprobar que efectivamente el punteo provenía de la guitarra de David, que había abandonado su teatro antes de tiempo solo para acompañarme. Pensaba en esto, cuando Fernando empezó  hablar. Nos dio la bienvenida, y nos explicó qué iba a ocurrir, nos anunció algo grande, que nos daría fuerza, algo potente que llegaría a nosotros allí en unos instantes.
Siguió el protocolo, nervioso miré atrás, y vi a Guada, en pie, sonriendo. Había venido, no como el resto a acompañarme, sino que había venido a ofrecerse de ayuda, a prometer que me ayudaría a aplicar esa fuerza famosa, y a no perderla. Mi tic del pie había comenzado gracias a mi nerviosismo.
Salí a recibir esa energía extraña, Guada se levantó y se colocó a mi lado. Fuimos juntos hasta Fernando y nada más llegar...
 "¡José Antonio!" Guada hablaba con seguridad, tranquila, como siempre. Fernando cortó, se dirigió a mi, y me preguntó que quién leches era ella. Con la misma seguridad que usó Guadalupe al pronunciar mi nombre, le dije: "Es mi mejor amiga, y la persona que hasta el momento, viene ejerciendo de madrina sin tener por qué". Fernando asintió sonriendo.
 Le volvió a preguntar mi nombre, y pronunció la fórmula por la cual debía llegarme aquella fuerza, siempre teniendo en mi hombro, apoyándome, la mano de Guadalupe.
Volví a mi sitio, y empecé a sentir algo extraño, desbordante, no una fuerza exactamente, en realidad sí, pero no bajo la acepción más común de la palabra fuerza. No era una felicidad sin motivo, como la que puede proporcionar un dulce o un videojuego, sino que comenzaron a venir a mi pensamientos que no se me habían ocurrido en ningún momento de la celebración. El esfuerzo por llegar de David, el cariño de Guadalupe, el saludo de Dani en la comunión, la odisea de Víctor y Adriana para llegar, la presencia de mi coro, y de cada uno de sus miembros, y como no, la presencia de mi tío, de Pepito Conejero, y de Miguel en el altar. Recordé que en la entrada, me habá encontrado con Tony (mi tocayo), Carol, las dos Silvias de San Blas, Zanahoria, Aitor (el novio de Guadalupe), Mary Paz, su hermano Jones, Miguel Moncho, Marcos el seminarista (tan alto como siempre).... Todos allí, por mi. Miraba a mi al rededor, no había otro motivo para que estuvieran salvo... yo.
No puede evitar sonreir. Concluyó la celebración, mi pie no podía más, le pedí la guitarra al guitarrista de San Esteban, y me incorporé de inmediato al coro... alma misionera, la canción por excelencia del coro, con su solo de percusión.. Recordar ese momento aun me pone la piel de gallina y siento ganas de llorar de emoción. Abracé a todos, con todas mis fuerzas, verdaderamente estaba contento, como extasiado, a David todavía le duele la espalda del abrazo. Tras un par de fotos, salí y... cual fue mi sorpresa, Aitana, Mery y Ricky, todos allí esperándome, me tiré a sus brazos...
Ahí lo entendí todo...
Esa fuerza, ese espíritu al fin sobre mi... ese espíritu había impulsado a todos ellos a venir. Ese espíritu que está ahora sobre mi estaba en cada uno de ellos, y los reunió allí, para hacerme consciente de su presencia. Todos estaban allí, y realmente el único motivo era yo.
Al fin soy consciente...
EL ESPÍRITU DE DIOS HOY ESTÁ SOBRE MI.